05 diciembre 2005

Amor eterno y otros solazamientos



















Esta entrada viene al caso de una experiencia ajena.
Quería hablar del amor eterno. Todos, cuando somos adolescentes, pasamos por distintas etapas, de mayor o menor duración. Hay gente, sin embargo, que pasa un tiempo extraordinariamente largo (a veces de por vida) en una de las más perversas: el tuberculismo amoroso.

Cual auténticos y torturados artistas románticos, muchos jóvenes escriben en sus blogs, en sus diarios, en los mensajes a sus amigos, largas líneas de irregular trazo sobre sus desvelos por un ser amado. En estos individuos siempre se repiten unos cuantos patrones:
- Providencialismo: por supuesto, el gentil caballero está destinado a una princesa. Sea cual sea. Aun sin el consentimiento de la princesa. El íntimo convencimiento de la propia irresistibilidad, aunque nunca confesado, sirve al asediante como razón indiscutible de su atractivo, que hará que, obviamente, la damisela correspondiente esté día y noche desvivida por hacerle caso. Aunque la damisela lo considere un capullo comemierdas machista y egoísta.
- Proteccionismo: esto es especialmente peligroso, porque el gentil caballero siempre se considerará caballerosamente obligado a defender a su dama, lo que termina derivando en un paternalismo asfixiante que impide a la pobre sufridora tener una vida ya no sentimental, sino meramente social, sana.
- Egolatría: en realidad, lo que más atrae al joven caballero es él mismo. La relación de pareja no es sino un ejercicio de demostración al mundo, y a sí mismo, de su propia genialidad y hombría. Cuanto más difícil sea el objetivo a alcanzar, cuanto más hombre se muestre el caballero, más vale el tanto a ojos de sus amigos y de él mismo.
- Exclusividad: si mi amor es eterno y no puede cambiar, el suyo también. Es para mí. Y punto. El altruista gentilhombre es siempre celoso, posesivo, y se entrega, según dice, en cuerpo y alma, exigiendo el mismo trato. Por supuesto, él podrá flirtear con otras chicas, ya que su amor es puro y no hace falta más prueba que su palabra. Ay de su asediada si mira a otros chicos.

En fin, es ésta una forma no sólo caduca, sino reaccionaria de entender el amor. Una perversión de esa sensacion maravillosa de comunión con otra persona, que no tiene de exclusivo y recíproco más que lo que nuestra sociedad ha querido añadirle.
Si habéis amado sin sentir necesidad de reciprocidad, sin desear que esa persona os amara en exclusiva a vosotros, enhorabuena. Habéis sentido lo que para mí es realmente el amor, sin los aditamentos que la sociedad nos impone.

3 Divagaciones:

Anonymous Anónimo divagó...

Totalmente de acuerdo, aunque lo más peligroso es cuando mezclas ambas cosas o te dejas llevar por las añadiduras gratuitas de la sociedad.

Muy buena entrada para reflexionar.

11:16  
Blogger The Slayer divagó...

Mas que tuberculismo, yo lo llamaria directamente parasitismo. Es mucho mas concreto.

13:01  
Blogger Oriana divagó...

Nada que añadir al tuberculismo amoroso, pero ya sabes que haría ciertas puntualizaciones a otros de tus comentarios.

22:52  

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