30 marzo 2006

Cromatografía de gases, o cómo diluir el espíritu

Pues sí, he terminado hace un rato la sesión de laboratorio de hoy, una sencilla cromatografía de gases para determinar unos contaminantes orgánicos (en nuestro caso o-xileno y naftaleno) en un agua.
No voy a extenderme en qué es la cromatografía de gases. Aquí hay una descripción para el que tenga interés.
Lo que quería comentar era el planteamiento de estas prácticas de análisis instrumental. Y de mi carrera en general, vaya.
Seguimos anclados en la idea del profesor, magister, con amplios dominios de la materia, que enseña a sus alumnos una pequeña parte de su inmenso saber. El profesor decide qué y cómo enseña, y da la clase, una clase que suele ser indispensable, aunque solo sea para saber qué hay que simular conocer en ese pequeño estupro del conocimiento que es el examen.
¿Dónde queda el respeto intelectual al alumno? ¿Dónde está su derecho a organizarse como lo desee? A mí, personalmente, me parece mucho más lógico estudiar las asignaturas de forma secuencial, no simultánea. Estudiar durante un mes exclusivamente termoquímica, o teoría cinética de gases, o química de heterociclos, o química de compuestos organometálicos, o bioquímica elemental, y después pasar a otra. Desde luego no mezclar asignaturas diferentes, en algunos casos incluso contradictorias en definiciones y métodos (intenta explicarle a un químico inorgánico que los equilibrios reales no son termodinámicos sino cinéticos, y que no se pueden calcular de forma termoquímica...) y en los más de los casos competitivas en el tiempo. Porque eso es lo realmente vergonzoso, que el reparto del tiempo esté más allá de la voluntad del alumno.
¿Quién dijo que yo necesito el tiempo para comprender y dominar la electroquímica que el análisis clásico? Porque ese es el tiempo que tengo: exactamente el mismo. Sin embargo, el segundo me costaría, probablemente, entre tres y cuatro veces más, si los estudiara secuencialmente. ¿Por qué tengo que abordar el temario en el orden preestablecido por el profesor? ¿Por qué se desprecia mi capacidad de organizarme y decidir?

A uno le queda la alternativa de echarle narices y tirar de bibliografía. Pero es un esfuerzo de titanes. Normalmente los problemas de contradicciones se multiplican hasta el infinito, hay que estar constantemente pendiente de la actualidad de la fuente, y con muchos profesores
es imposible saber a qué autor siguen en cada punto sin ir a clase, con lo que ese esfuerzo, además, es inútil.
Pero, ¿qué digo? ¿Cómo oso cuestionar a los ilustres profesores que me iluminan? Profesores que en algunos casos incluso no dominan la materia que imparten, desconocen los métodos que la estructuran y son incapaces de hacer lo que piden a sus pupilos.

Bendita sea la Universidad, que da pábulo a nuestras almas.

1 Divagaciones:

Anonymous Anónimo divagó...

Estoy totalmente de acuerdo con tu entrada. No me quiero imaginar lo que eso que comentas (que en cierta medida ya estoy viviendo yo, en cursos que exigen menos de mí y con unos conocimientos muy inferiores) puede ser en la Universidad.

Por un lado tú tienes muchas más capacidades que yo y tu materia es más difícil que la mía, problema primero. Y por otro lado el profesor de Universidad debe tener unos aires de grandeza muy superiores a mis profesores de Bachillerato (donde, por suerte, estoy teniendo la suerte de que a excepción de dos el resto son jóvenes y todavía no se les ha crecido su título de Licenciado / Doctor en Loquesea).

14:36  

Publicar un comentario

<< Home